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jueves, 9 de enero de 2014

Poemas de amor para torcer el mundo


"No conozco a Boris. No sé de su familia ni de sus íntimas circunstancias. No conozco su fecha de nacimiento ni su casa. Sí, he compartido con él más de un momento memorable de poesía o alguna otra instancia del espíritu. Lo ví, claro que sí, enamorado y apasionado. Lo he sentido apenado y con lágrimas, lo he cruzado en plazas tristes y también en las alegres. Nos hemos dado abrazos. Insisto, no lo conozco, pero me ha regalado algo hermoso. Me ha regalado estas palabras. Me ha regalado poder escribirlas antes de que vos leas sus poemas. Antes de que vos comiences a desconocer a Boris. Porque es tal vez el desconocimiento el primer motor de la poesía. Desconocer es lo que mueve a poetas y a lectores a buscarla, a entregarse a ella como a una ola. La poesía, o por lo menos la que intentamos, reniega de lo conocido: frunce el ceño ante lo ya dicho. El corazón de la poesía debiera de latir al compás de lo que aún no tiene nombre, cocinarse al fuego imprevisto del abrazo a un desconocido y por supuesto justificar el amor a primer beso.(...)"
Gabriela Borrelli Azara

Coherencionismo

Para comenzar, siento que un texto sobre este tema, aunque basado en la vulnerabilidad e ingenuidad de mi experiencia, no producirá caos ni robará el tiempo con repeticiones insensatas, se dirigirá directamente a lo que quiere decir sin disculparse demasiado con preámbulos ni prólogos.
Es simple, congruente y concreto.
Algo así como un breve manual orientativo para quienes deciden recobrarse.
Compartido como curación.
Sanación colectiva, bendita redención.

Considero la coherencia como esa cualidad nata del ser, que se desarrolla a partir de su nacimiento.
Esa mágica unión entre cultura, naturaleza y divinidad, la cual jamás atenta contra su vitalidad.
(extracto)